De lunes a jueves tuvimos talleres de corrientes: primero, TENS, después corrientes galvánicas, interferenciales y por último exponenciales.
Al principio pensé que sería difícil, y aunque, ciertamente son temas que tienen cierto grado de complejidad, pienso que logré aprender de manera aceptable su manejo.
La estimulación nerviosa transcutánea no representó mayor problema, comprendí rápido tanto la teoría como la práctica.
Quizá el tema que más me gustó de estos días fue el uso de las corrientes galvánicas. Con las corrientes galvánicas todo se complicó un poco, no tanto en la forma dosificar o los parámetros, más bien en la justificación de su uso, pero todo quedó atrás cuando comprendí que al ser una corriente directa, ésta altera de manera directa el flujo iónico.
Como nunca me ha gustado quedarme solo con lo básico, me di a la tarea de investigar artículos referentes al uso de las galvánicas, y la imagen del que pongo aquí abajo fue el que más me gustó.
En resumen, en dicho artículo se comprobó la efectividad del uso de corrientes galvánicas en pacientes con artritis reumatoide. En el estudio participaron 30 personas de entre 50 y 75 años de edad y fueron divididos en dos grupos, un grupo control de 14 y un grupo experimental de 16. Al grupo experimental le aplicaron corrientes galvánicas con una intensidad de 1.5 mA en ambas manos en un tanque de agua por 20 minutos durante 10 días más un programa ejercicios conservadores. Por su parte al grupo control solo fueron administrados los ejercicios. Como resultado se encontró que ambos métodos son efectivos para el tratamiento del dolor, fuerza y detraza.